martes, 13 de febrero de 2018

El amor y la locura (Mario Benedetti) ¡FELIZ SAN VALENTÍN!


Para celebrar San Valentín, he decidido compartir una historia que es muy especial para mí por varias razones. Porque su autor es el maravilloso Mario Benedetti, del que tengo pensado volver a hablar dentro de poco en este blog. Porque me la contaron hace ya muchos años, en mi época del colegio, e incluso a esa niña que nada sabía aún del amor consiguió tocarle el corazón tanto que en todos estos años no la he olvidado. Y porque esta historia es tan bonita y romántica que me pareció ideal para irnos preparando para este 14 de febrero.

¿Quieres escucharla?


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.

Cuando EL ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, LA LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:

- ¿Jugamos al escondite?

LA INTRIGA levantó la ceja intrigada y LA CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó:

- ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

- Es un juego - explicó LA LOCURA - en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.

EL ENTUSIASMO bailó secundado por LA EUFORIA, LA ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a LA DUDA e incluso a LA APATÍA a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. LA VERDAD prefirió no esconderse. Para qué, si al final siempre la hallaban. LA SOBERBIA opinó que era un juego tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no se le hubiera ocurrido a ella) y LA COBARDÍA prefirió no arriesgarse…

- Uno, dos, tres… - comenzó a contar LA LOCURA.

La primera en esconderse fue LA PEREZA que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. LA ENVIDIA se escondió tras las sombras del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

LA GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos… ¿Un lago cristalino? Ideal para LA BELLEZA; ¿La hendija de un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ; ¿El vuelo de una mariposa? Lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD; ¿Una ráfaga de viento? Magnífico para LA LIBERTAD. Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.

EL EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo…, pero solo para él. LA MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y LA PASIÓN y EL DESEO en el centro de los volcanes. EL OLVIDO…, se me olvidó dónde se escondió…, pero no es lo importante. 

Cuando LA LOCURA contaba 999,999, EL AMOR aún no había encontrado sitio
para esconderse, pues todo se encontraba ocupado…, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió
esconderse entre sus flores.

- Un millón - contó LA LOCURA y comenzó a buscar.

La primera a la que encontró fue a LA PEREZA, solo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a LA FE discutiendo con Dios en el cielo sobre teología y a LA PASIÓN y EL DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a LA ENVIDIA y, claro, así pudo deducir dónde estaba EL TRIUNFO. 

AL EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo. Él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a LA BELLEZA; y con LA DUDA resultó más fácil, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: al TALENTO entre las hierbas frescas, a LA ANGUSTIA en una cueva oscura, a LA MENTIRA detrás del arco iris… (mentira, si ella se había escondido en el fondo del océano) y hasta EL OLVIDO…, que ya se había olvidado que estaba jugando al escondite, pero solo EL AMOR no aparecía por ningún sitio.

LA LOCURA buscó detrás de cada árbol bajo, cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y sus rosas… Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos al AMOR. 

LA LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, pidió perdón, imploró y hasta prometió ser su guía. Desde entonces,
EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.


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